Aquí hay mas ideas para brindar a los hijos actividades entretenidas y experiencias positivas creando gratos recuerdos para toda la vida. Guía de ideas para juegos Tomado de Kick the TV Habit, de Steven y Ruth Bennett Jornada deportiva Tu familia constituye un gran equipo aunque no tenga camisetas uniformadas ni nada. Estos son algunos juegos que pueden disfrutar en cualquier momento. * Lanzamiento de monedas. Es una adaptación de un antiguo juego que se practicaba en la acera. Cada participante arroja una moneda (se sustituye la moneda por una tapa de recipiente plástico o un botón) hacia una pared. Gana la moneda que llegue más cerca de la pared y el lanzador se queda con todas las monedashasta el siguiente lanzamiento. * Juegos malabares. ¿Les gustaría participar a tus hijos en un número de circo casero? Coloca media taza de frijoles secos en una bolsita de envolver sándwiches. Ata la bolsa y ponla en un calcetín viejo. Ata el calcetín para cerrarlo. Ahora arrojen el saquito relleno para hacer juegos malabares o simples payasadas. * El genio del minigolf. Con cajas, libros y bloques, crear un campo de golf con sus obstáculos (un pasillo es el lugar ideal). Por turnos, se hace rodar una pelota liviana por el campo de golf. A ver quién llega al otro extremo en un solo tiro. Ese será el genio del minigolf. * Cucharada de frijoles. Corriendo, saltando y gateando por la casa se pueden hacer carreras de relevos sosteniendo una cuchara llena de frijoles. * El laberinto. Los futuros equilibristas pueden perfeccionar su talento caminando sobre una cuerda o soga colocada en el suelo. Para que sea más difícil, con la soga o cuerda dibujen un laberinto intrincado. * Atrapa la pelota con una taza. Prueben a jugar con pelotas de ping-pong. Procuren agarrarlas con vasos desechables (los que tienen un asa que se desdobla son ideales). * Minigolf. Crea tu propio minigolf. Utiliza recipientes para los hoyos, muebles para los obstáculos y juguetes para el paisaje y los accesorios (dinosaurios, árboles, etc.). Unos tubos largos de cartón pueden servir de palos. Se utiliza una pelota suave en vez de una de golf para que no se dañen los muebles. * Rayuela en casa. ¿Recuerdas cuando dibujabas una cuadrícula con tiza en la acera? Tus hijos pueden dibujar una en el interior de la casa. También se puede hacer con papel pegado al piso con cinta adhesiva y lápices de cera. Artes escénicas ¿Por qué no convertir tu casa en un teatro y animar a los comediantes y actores de tu familia a actuar, a cantar y a exhibir otros talentos? Al fin y al cabo, ¡todos merecen ser el centro de atención en algún momento! * Gran espectáculo. Organiza una noche de talentos para que los cantantes, bailarines, acróbatas, mimos, músicos y actores de tu familia hagan gala de sus habilidades. Y una vez hayas tenido tu turno en el escenario, siéntate a disfrutar del espectáculo. * Tema musical de la familia. Compongan una canción que capte el espíritu de su familia. Que todos se turnen para aportar a la letra que describa a los miembros de la familia, sus viajes, actividades y demás. Llegado el momento de la interpretación del tema, podrían grabarlo. * Musical improvisado. Si tu familia todavía no está lista para actuar, puedes transformar tu historia favorita en un ballet. Asigna los papeles de una historia conocida, y que cada uno prepare su papel. Luego, despejen la sala y que empiece la función. * Payasadas. Junten guantes, ropa, zapatos y gorros viejos. También maquillaje. Conviértanse en artistas de circo. Mientras más variados sean los disfraces, más variedad habrá también entre los payasos. * Cancán. Todos pueden formar en fila y hacer movimientos sincronizados al compás de la música (dando vueltas, patadas, levantando los brazos, etc.) * ¿Quién soy? Que tu hijo haga de cuenta que es el personaje de un cuento y te hable de él. Otros integrantes de la familia pueden hacer preguntas sobre la vida del personaje y adivinar su identidad. * Desfile de modas. ¿Hay un modisto en tu familia? Que cada participante prepare uno o más trajes interesantes. Luego se pueden turnar para lucir y describir sus creaciones.
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Tu hijo vuelve del colegio y se deja caer en el sofá. Pregunta si puede ver una película o jugar en la computadora. Suspiras. Quieres que juegue al aire libre, que haga algo creativo o formativo. Recomiendas varias actividades, pero recibe tus ideas con desaprobación, pone los ojos en blanco y añade la típica frase: «Qué aburrido». Si te toca la fibra sensible, sigue leyendo y aprende a combatir el aburrimiento sin tener que recurrir a la televisión, un video que no sea provechoso, juegos de computadora ni a que tu hijo navegue por Internet sin supervisión. Todo lo anterior son apoyos electrónicos a los que se recurre con frecuencia. El antídoto contra el aburrimiento podría ser dedicar tiempo y reflexión en planificar actividades sanas para las horas en que tu hijo no esté en clase y sus ratos de ocio. Contribuirá a que tu hijo desarrolle la creatividad, aproveche los valiosos años de la infancia y cultive hábitos para una vida equilibrada. Aunque no puedas pasar mucho tiempo con tus hijos por el colegio, tu trabajo u otras razones, la clave está en la atención y en hacer provechosos los ratos que pasen juntos. Guía de ideas para juegos Tomado de Kick the TV Habit, de Steven y Ruth Bennett Juegos con libros * Escribe o cuenta una continuación: ¿Alguna vez has querido saber qué pasa después de que termina un cuento? Tu familia puede continuar la trama de un libro favorito y añadir variedad a las situaciones y personajes. * Dibuja una reseña. Toda la familia puede disfrutar de esta actividad. Dibujen cinco cuadros que resuman la trama de varios libros favoritos de la familia. Luego, que cada uno presente su reseña a ver si todos saben decir el título de la obra. * Conoce a los personajes. Es posible que tu hijo haya hecho alguna vez reseñas orales, pero ¿lo ha hecho desde la perspectiva del autor? Pídele que haga de cuenta que es el autor de un libro que le guste mucho y revele aspectos de los personajes que solo el autor pueda conocer. * Cinco estrellas. ¿Tu familia tiene marcadas opiniones sobre algunos libros? Programa sesiones para reseñar libros. Aprovecha esas oportunidades para presentarles libros que no hayan tenido un éxito arrollador en tu casa. * Desempeña el papel. Elige un cuento favorito con personajes estupendos. Distribuye los personajes principales entre toda la familia. Lean en voz alta el libro, y que cada uno se ocupe de uno de los papeles principales. Juguetes caseros Tu casa está llena de juegos y juguetes nuevos. Todo lo que tu familia debe hacer es inventarlos. (Adviértase, sin embargo, que algunas de las actividades descritas a continuación se hacen con objetos pequeños que se pueden tragar niños de poca edad. Vigila bien.) * Juego de mesa. Confeccionen un juego de mesa con espacios coloreados, obstáculos, escollos y naipes. Que sea tu hijo quien invente las reglas del juego. * Cohete de tubos de toallas de papel. Haz que los niños peguen las aletas y un cono en una punta para confeccionar el cohete a partir de un tubo vacío de papel de cocina. Decórenlo y ¡al espacio sideral! * Lista para contar. Busquen artículos del hogar en orden numérico de cantidad. Por ejemplo, es posible que tengan un refrigerador, dos bañeras, tres sillas y cuatro lámparas. ¡Hasta puede ser que sean cinco en la familia! * Máquina de inventos. Empiecen con una caja vacía. Peguen tapas de plástico, tapas de botella, botones, arandelas de metal, alambre, fotos, trocitos de cordel, flechas de cartón… todo lo que se les ocurra a tus hijos. ¡Esta máquina puede hacer de todo! * Urbanismo. Desenrollen una hoja grande de papel de dibujo o de un periódico. Añadan cajitas que hagan las veces de edificios y automóviles. Dibujen calles, aceras, zonas de juego, etc. ¡Ya están listos para mudarse! * Lotería o bingo. Confeccionen cartones sencillos para este juego colocando filas de cuadros. Llenen los cuadros poniendo letras en sentido horizontal y números en sentido vertical. Seguidamente, saquen por turno papelitos de una fuente y señalen los espacios con botones. ¡Bingo! * Juego casero de memoria. Peguen en cuadraditos de papel o cartulina fotos parecidas recortadas de revistas y emparéjenlas. Mézclenlas, pónganlas boca abajo y concéntrense. ¿Pueden sacar un par de cartas que sean pares? * Palitos chinos con espaguetis. Jueguen a palitos chinos con espaguetis crudos. * Carrera de organización. Llenen un tazón con muchos artículos pequeños: frijoles secos, pasta, nueces, etc. Hagan carreras contra reloj a ver quién ordena los objetos en una bandeja de cubos de hielo o un cartón de huevos más rápido que la última vez. Variante: ¡organizar con los ojos vendados! * Búsqueda de disfraces. Esconde por la casa artículos para disfrazarse. Di a los niños que los busquen y se los pongan. La búsqueda será más interesante si señalas los artículos con etiquetas autoadhesivas para que cada uno tenga que buscar todos los elementos del disfraz que le toque. Adaptado de Kick the TV Habit, de Steven y Ruth Bennett En general, lo que los niños quieren más que nada es que les prestes atención en los ratos que pases con ellos. Poseen un maravilloso detector de presencia integrado. Saben cuando no te concentras en una actividad que realizas con ellos o estás pensando en otra cosa, como las cuentas que tienes que pagar, resolver algún asunto de trabajo, etc. Asimismo, si participas de lleno en el juego, es probable que con el tiempo tu hijo aprenda a seguir realizando esa actividad solo. Aquí tienes una lista para tener en cuenta a fin de que tus actividades sean exitosas. Lo recomendable * Recuerda que mientras más actividades agradables realicen los niños que no requieran aparatos electrónicos, más capacidad desarrollarán para inventar otras. Es probable que esta habilidad sea muy satisfactoria para ellos. * Dales a elegir entre varias actividades. Participar en las decisiones de qué hacer en el tiempo que pasen juntos los motivará más. * Ten una actitud abierta. Si tus niños tienen una idea más clara de lo que tenías pensado, o una manera distinta de llegar al mismo objetivo, ¡apóyalos! Eso los animará. * Ten paciencia. Si tu hijo se ha vuelto imitativo en el juego porque ha visto mucha televisión y juguetes asociados a programas televisivos o juegos de computadora, es posible que necesite ayuda para volver a aprender a jugar con imaginación. Fomenta actividades que inspiren a tu hijo en sus propias experiencias. * Aprovecha las actividades como oportunidades de observar y apreciar a tu hijo. Así mantendrás el interés y los juegos repetitivos serán más entretenidos. Lo que hay que evitar * Hacer algo juntos cuando tienes prisa o algo te fastidia. Tu hijo se frustrará si la idea es terminar lo antes posible. * Concentrarte en el aspecto competitivo de la actividad. Si en el juego tiene que haber un ganador, quita importancia al ganar elogiando a toda la familia. Elógialos por esforzarse para mejorar su anterior resultado. Misty Kay
Daniel y yo vivimos con nuestros cuatro hijos en el décimo tercer piso de un edificio en la ciudad de Taichung, en Taiwán. Huelga decir que el ascensor forma parte de nuestra vida cotidiana. Había sido un típico día ajetreado. Había dedicado la mayor parte de mi tiempo y energías a entretener a los niños, darles de comer y evitar riñas entre ellos. Habíamos salido todos juntos —ni siquiera recuerdo para qué— y ya regresábamos a casa. Entramos al ascensor vacío, y uno de los niños apretó el botón. Se encendió el número 13 en el panel, y las puertas se cerraron. —Niños, mamá y yo tenemos un importante anuncio — declaró mi marido en un tono que captó enseguida la atención de todos. Yo no tenía ni idea de lo que iba a decir. Daniel es una persona espontánea. Siempre saca sorpresas de la manga, y nunca se sabe qué esperar de él. Por impulso, decidí enseguida acoplarme a su iniciativa y puse mi brazo en el suyo para agregar autoridad a lo que fuera a decir. —Mamá y yo queremos que sepan que al cabo de catorce años de matrimonio todavía estamos total y absolutamente enamorados. Entonces se volvió hacia mí y me besó como novio en ceremonia nupcial. Aquel gesto me tomó completamente desprevenida. Los niños se rieron un poco y luego preguntaron: —Y ¿por qué ese anuncio es tan importante? Daniel respondió que con tantos conflictos matrimoniales y tantos divorcios como hay hoy en día en el mundo, los niños necesitan saber que sus padres se aman. En ese momento miró a nuestro hijo a los ojos y le dijo: —El día de mañana, cuando te cases, debes tratar bien a tu mujer. El timbre anunció el arribo al piso trece, y se abrieron las puertas del ascensor. Cuando entramos al departamento, los niños seguían chachareando y riéndose. Daniel y yo nos retiramos a nuestra habitación para disfrutar de unos momentos íntimos. En los 36 segundos transcurridos entre la planta baja y el piso 13, Daniel nos unió como familia, nos hizo sonreír, le pasó a nuestro hijo una enseñanza para toda la vida e hizo que yo me sintiera de maravilla de pies a cabeza. Gentileza de la revista Conectate. Usado con permiso. Jay Phillips Hoy fui a caminar con los niños de unos amigos. Paseamos por el campo en los alrededores del pueblo donde vivimos. Es una zona agrícola con senderos de tierra y bosquecillos. El tiempo era estupendo; así que fue una buena oportunidad de que los niños respiraran aire puro e hicieran ejercicio, mientras corrían por allí buscando insectos y otros animalitos que abundan en la primavera y el verano. En medio de la naturaleza da la impresión de que el tiempo se detuviera; por lo menos hasta que los niños gritan entusiasmados: «¡Una mariquita!» o: «¡Una araña!» Pero hasta esas alertas repentinas están bien, porque por lo general me bastan unos minutos de tranquilidad para despejarme la cabeza. Entonces no me importa correr a fotografiar el último bicho interesante que han descubierto y vivir ese instante con unos chiquillos tan curiosos. Cuando Jesús dijo que si no nos volvemos como niños no podremos entrar al Reino de los Cielos (Mateo 18:3), tal vez no se refería solamente al Cielo venidero, sino también a la tranquilidad y el adelanto de cielo que sentimos en el corazón en esta vida durante un rato en que dejamos las preocupaciones de lado y nos sintonizamos con la voz de Dios, que nos habla por medio de Su creación. Los niños que estaban conmigo lo hacían con naturalidad. No estaban preocupados por tareas que hubiera que hacer al volver a casa ni por cuentas que hubiera que pagar. Sencillamente rebosaban de energía y estaban ilusionados y contentos de que una persona mayor los acompañara y tomara fotos de lo que hacían. Con mayor razón deberíamos tener la gran tranquilidad de saber que el de Arriba nos cuida y que, sin duda, también toma fotos de nuestra vida. Presentacion de PowerPoint gentileza de Tommy's Window. Con lo ocupados que están en su vida diaria, a veces es fácil ver a los niños como una más de tantas tareas, y si se tiene un día particularmente ajetreado, la solución más sencilla tiende a ser dejar que se entretengan solos con juguetes, videos o juegos mientras ustedes se ocupan de otras cosas. Deben tener presente que lo que viertan en sus hijos cada día contribuye a prepararlos para el futuro. El amor, interés, disciplina y atención que les dedican los ayuda a madurar y convertirse en las personas que serán el día de mañana. Si están demasiado ocupados para dar a sus hijos el tiempo y el amor que necesitan, se perderán la ocasión de hacer una de las inversiones más importantes de la vida; aunque hagan lo que tenían previsto para el día, no será algo que perdure. Lo que trasciende al día de hoy es lo que invierten en la vida de sus hijos. Siempre tendrán tareas pendientes -la limpieza de la casa, ropa que lavar, cuentas que pagar- pero no siempre tendrán a sus hijos con ustedes, y no podrán recobrar los momentos que perdieron «porque estaban demasiado ocupados». Cada día, cada momento, cuentan para forjar el futuro de sus hijos y convertirlos en las personas que deben ser. Cuanto más vierten en sus hijos, más aprenden. Aprovechen todas las oportunidades que se les presenten para enseñarles algo; pueden colmar su vida de felicidad por medio del celo y la inspiración con que viven ustedes la suya. Además, pueden aprender mucho criándolos; de hecho, más de un sabio ha aprendido algo de la sinceridad, el amor y la sencillez de un niño. Recuerden siempre que los años de la infancia son muy valiosos; con lo que les dan forjan el futuro de sus hijos, así que aprovéchenlo, sáquenle el jugo. Nunca lo lamentarán. © TFI. Usado con permiso
Hoy en día el uso generalizado de Internet forma parte de nuestra vida diaria, permitiéndonos acceder a información que en otros tiempos habría sido difícil o costosa de obtener. Esta red mundial de intercambio y comunicación ha aumentado y mejorado las oportunidades de aprendizaje. Ahora se puede fácilmente desde estudiar hasta hacer juegos educativos, mirar obras de consulta, buscar datos e información de todo tipo, encontrar consejos para hacer casi cualquier cosa, ver videos y cantidad de cosas más, en línea. Además nos permite estar en contacto con nuestros familiares y amigos.
Sería irracional descartar los numerosos beneficios que ofrece Internet; no obstante, puede ser también puerta abierta para toda clase de influencias malsanas y hay que cuidarse de eso, y además nos conviene tomar medidas prácticas de seguridad y protección. Inculcar Valores Como los niños carecen de experiencia, necesitan que les enseñemos gradualmente los valores por los que uno se debe guiar cuando se mueve por la red mundial. A la larga, esos principios morales que les hayan inculcado serán su mayor protección; es mucho más eficaz hacer eso que imponerles una serie de reglas. Porque llegará el día en que no podremos continuar supervisándolos; dentro de poco se convertirán en adolescentes y adultos y van a tener que tomar decisiones acertadas por su cuenta y escoger alejarse del peligro por convicción personal; ya no servirá el temor al castigo. Mientras nuestros hijos son chicos tenemos el honor de formar sus valores y principios; hagámoslo sabiamente. Riesgos de Carácter Social Desde un punto de vista social, la Internet puede volverse un mundo aparte ya que ofrece todo un caudal de posibilidades y descubrimientos a los niños y jóvenes. A veces los que son tímidos, a los que les cuesta expresarse en la vida real, pueden hacerlo con mayor facilidad en un mundo virtual; y en otros casos la Internet promueve mayor timidez, inseguridad y baja autoestima, puesto que no los motiva a esforzarse por mejorar su comunicación verbal y su forma de expresarse. Por otra parte está el peligro de la adicción a la Internet, y además la necesidad de que los menores tengan otro tipo de experiencias y realicen actividades variadas para desarrollarse óptimamente en todos los sentidos. Es importantísimo para los niños vivir experiencias de la vida real, que no impliquen el uso de una computadora y que les permitan cultivar sus habilidades prácticas y sociales, disfrutar del deporte y los juegos al aire libre, y mucho más. Las computadoras y la Internet jamás deberían reemplazar esos elementos que son fundamentales para los niños porque suponen vivir la vida plenamente y les aportan experiencia y perspectiva. ¿Cuánto Tiempo es Suficiente? Otro aspecto del uso de la Internet que los padres debemos tener en cuenta es la cantidad de tiempo que los chicos pasan frente al monitor. El contacto desmedido o innecesario con los computadores a una temprana edad puede inducir en los niños un apetito por estimulación visual constante que les quita las ganas de llevar un estilo de vida físicamente activo y entorpece su desarrollo social. Brindar a los hijos una amplia gama de actividades en la vida real es una de las estrategias más importantes para no sólo reducir los peligros de que hablábamos, sino también promover un buen desarrollo armonioso de todas las facetas de su mente, cuerpo y espíritu. La infancia debería ser una etapa llena de actividad, diversión, emociones, aventuras, y desafíos; no de la influencia aletargante que ejercen en los niños las computadoras. Cuando los niños todavía son pequeños, su personalidad está en formación; están viendo cómo encarar la vida y qué hacer con ella. Es muy triste que se pasen horas y horas ante un monitor. Los mayores deben inculcarles una forma de vida activa realizando actividades con ellos que los mantengan espabilados. Los chicos se quejarán y querrán volver a sentarse ante el computador, pero de ustedes depende descubrir formas de hacer más dinámica la vida de ellos, de motivarlos a salir a divertirse al aire libre en lugar de pasarse el día sentados en casa perdiendo el tiempo. Supervisión de los Padres Una de las mejores formas de proteger a los niños de las malas influencias de la Internet es simplemente supervisarlos. Los padres sabemos lo que es apropiado para los niños y lo que no lo es. Hay numerosos programas disponibles para controlar el uso de la Internet por parte de los hijos. Son programas diseñados para llevar a cabo distintas funciones, desde filtrar los portales que no son aptos para menores hasta poner un límite a la cantidad de tiempo que los niños pasan en línea. Los propios buscadores (Google, Firefox, Yahoo, etc.) tienen filtros opcionales incorporados. Pero cualquier medida de seguridad que se emplee no debería ser sino un complemento a la supervisión personal de los padres y a las pautas que se hayan establecido en cuanto al tiempo que pueden dedicar a la Internet, el uso que le van a dar, etc. La Internet puede ser una herramienta educativa fenomenal, por lo que emplear algún medio de filtrar las páginas inapropiadas incrementará la calidad de los resultados de sus búsquedas virtuales. Si optan por instalar un programa de seguridad en el computador que emplean sus hijos, aprovechen la oportunidad para enseñarles por qué lo hacen. Existe el riesgo de pensar que tras la instalación de esos programas sus hijos ya están a salvo y no necesitarán más supervisión ni instrucción de su parte. Pero los programas sólo protegen hasta cierto punto; aunque alivien ciertas inquietudes, sigue recayendo sobre nosotros la principal responsabilidad, que es asegurarnos de que aprendan ellos mismos a defenderse de las influencias nocivas. Cuando sus hijos crezcan no tendrán esos filtros ni otras restricciones externas, y para entonces lo único que funcionará es que tengan convicciones personales y entiendan por qué se deben evitar ciertos portales y páginas de Internet. Sharmini Odhav Antes de que naciera mi nena, traté de imaginarme cómo sería. Cuando no estuviera durmiendo -como esperaba que hiciera la mayor parte del tiempo- la imaginaba sentada pensando con serenidad en el sentido de la vida o contenta observándome cocinar, limpiar o realizar algún otro quehacer, mientras ella aprendía los rudimentos de la feminidad. No tenía la menor idea de que dormir sería lo último que se le ocurriría. Ella no estaba ni con mucho interesada en averiguar mis planes, pero sí en darme a conocer los suyos. Quería que le dedicara cada momento, y no mantenía la atención en nada por más de tres minutos. Cuando se ponía a lloriquear, no paraba en horas, por mucho que yo hiciera de todo menos volar en un trapecio para entretenerla. A veces andaba de cabeza tratando de limpiar, lavar y doblar la ropa y mantenerme al tanto de mis otros quehaceres mientras cuidaba de mi hiperactiva nena. Hubo ocasiones en que no aguantaba más, alzaba los brazos al cielo y me preguntaba por qué me estaría castigando Dios. ¿Cómo lo aguantaban otras madres? ¿Sería yo la única que no era sobrehumana? Mi primera reacción fue tratar de hacer el doble en todo, a fin de poder realizar todos mis quehaceres en las veinticuatro horas que de la noche a la mañana se me habían quedado cortísimas. Parecía que daba más resultado, y me aceleraba para hacer más que antes. Pero el caso es que a los bebés no se les puede meter prisa como al resto de la gente. Debe ser esa la manera en que Dios inculca la paciencia a los padres. Intentar que un bebé duerma a toda prisa, ordenarle que esté contento o esperar que se entretenga por algo más de unos minutos para que yo pudiera hacer otra cosa no resultaba. La consecuencia más corriente era que ella quedaba confundida, contrariada y descontenta, y hasta tomaba más tiempo dormirla o ayudarla a estar contenta otra vez. Tardé un tiempo en comprender que cuanto menos caso le hacía, más irritada se ponía. Con demasiada frecuencia me daba cuenta de que le espetaba órdenes, o, si ella lloriqueaba, le contestaba igual de quejumbrosa. Terminé preguntándome por qué sería así la situación. ¿En qué me había convertido? No quería que mi hijita pasara de esa manera sus primeros años, ¡y desde luego tampoco quería ser una madre así! Un día, mi madre me dijo: «¡Tienes que aprovechar al máximo el tiempo que pases con tu hijita, porque antes de que te des cuenta ya habrá crecido!» Oré por un cambio de actitud, y cambié. Aprendí a disfrutar cada momento con mi bebé, cada sonrisa con la que me indica que está contenta de que la trajera al mundo, cada vez que me recuesta la cabeza en el hombro en confiado reposo, cada vez que sus deditos envuelven los míos o me acaricia la mejilla, cada vez que siento su suave piel o aroma, cada milagro del que soy testigo en su niñez y me estremece de emoción. Hasta aprecio las veces en que llora para pedir algo, porque me recuerda que tengo la bendición de una gran responsabilidad, que se me ha confiado la vida de mi pequeña. Y cuando descubro qué necesita o la arrullo en mis brazos y deja de llorar o de estar inquieta, me queda una sensación asombrosa de satisfacción; me doy cuenta de que para ella soy la persona más importante, amada y apreciada. También me imagino que la manera en que le respondo ahora influirá en cómo me responda más adelante en la vida. Tan pronto dejé de ver a mi nena como una tarea más, mejoró mi calidad de vida. Me doy cuenta de cuánto la quiero y de que ser madre es una experiencia increíble. Ahora, casi sin darme cuenta, estudio formas de pasar más tiempo con ella, porque no quiero perderme un segundo de su vida antes de que se esfume. Agradezco esta oportunidad de transmitirle más enseñanzas. He aprendido que si dejo todo lo demás de lado y atiendo a sus necesidades, me recompensa siendo una niña feliz, satisfecha y atenta. Cuando por fin se queda dormida, tengo tiempo para hacer algo de lo que quiero. Pero hasta entonces, todo lo demás puede esperar. Ella es el tesorito más lindo que podría tener, ¡aunque me lleve tanto tiempo atenderla! Cuando estoy más atareada de lo normal y no encuentro tiempo para dedicarle más atención, me recuerdo que el tiempo que pasamos con nuestros hijos nunca es tiempo perdido. El amor que guardamos en el corazón durará toda la vida y aún después. Si invertimos tiempo y amor en nuestros hijos, pasaremos el resto de la vida recogiendo los beneficios. ***
¿Te gustaría imprimir tu nombre entre las estrellas? Escríbelo con grandes letras en el corazón de los niños. ¡Ellos lo recordarán! ¿Sueñas con un mundo más noble y feliz? ¡Díselo a los niños! Ellos te lo construirán. Anónimo Es asombrosa la lucidez mental que tengo. Parece que el mundo de pronto aminorara la velocidad de su alocada marcha. Cada segundo se me hace una hora. El tiempo se ha detenido para observar mi caída. El mundo a mi alrededor es un caleidoscopio de colores que giran vertiginosamente. El cielo azul se funde con el repulsivo gris de la acera, y luego reaparece de nuevo. Me daría pánico si no fuera porque todavía no soy muy consciente de la realidad, seguramente a consecuencia del whisky.
Voy a morir. Es curioso, pero no tengo miedo. No sé por qué, me parece que en realidad no estoy aquí. Es como si observara a otro por una ventana. Es otro el que está a punto de morir. Pensarán que lo mío ha sido otro suicidio. Otro rico aproblemado que se tiró de un rascacielos. Buscarán en el lujoso ático donde vivía y encontrarán la botella medio vacía de whisky. Tal vez se publique una nota en el diario interpretando los motivos por los que salté. Pero en eso se equivocarán. No salté. Ojalá lo pudiera aclarar. Demostrar que estaba sentado en la baranda. Que lo que pasó fue que me incliné un poco más de la cuenta. Que no tengo ganas de matarme. Pero ya es tarde para eso. Lo que me molesta es que me recordarán así. Mis hijos crecerán pensando que su padre se quitó la vida. Jaime solo tiene cinco años. Mari Ángela apenas tiene dos. ¿Cómo se le explica algo así a una nena de dos años? Ojalá hubiera pasado más tiempo con ellos. También con mi esposa Celia. Quién sabe si no se habría ido ayer de haber pasado más tiempo con ella. Al fin y al cabo, ¿para qué? ¿El ascenso? Ya trabajo tantas horas extras que a este paso voy a batir un récord. Tratar de impresionar al jefe. ¿Cuándo fue eso? ¿Hace tres años? Heme aquí, socio en uno de los principales bufetes de abogados de la ciudad. Podrido de dinero. «El hombre del año» de la revista Time. Me tomó tanto tiempo llegar a la cumbre y, cuando por fin lo logré, me di cuenta que había abandonado todo lo que de verdad importa. De ahí el whisky. Los seres humanos somos muy poco inteligentes. Somos demasiado orgullosos para aprender de los errores ajenos; tenemos que meter la pata nosotros mismos. ¿Cuántos me habrán contado la tragedia de cómo perdieron a su familia por matarse de trabajar? Pero no, yo estaba seguro de que a mí jamás me pasaría. Parece mentira que Celia me soportara por tanto tiempo. ¿Es que estaba loco? Tenía una bella esposa y dos hijos encantadores con los que nunca pasaba tiempo. Antes de que ellos se levantaran ya estaba en el trabajo. Solo me veían si estaban despiertos cuando llegaba tarde por la noche. Ni siquiera estaba en casa los fines de semana. Mi jornada laboral era de 16 horas. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? Es que creía que el dinero nos haría felices. Lamentable. Y luego ya no nos quedó nada que comprar. ¿Qué habré puesto en mi testamento? Ni lo recuerdo. Se lo habré dejado todo a Celia. ¿Qué hará con tantos millones? Regalarlos, probablemente. Nunca le importó el dinero. Casi todas las semanas me decía que el dinero no hace la felicidad. Y yo no la creía. Estoy acercándome al suelo; ya veo las hendiduras que separan las losas de la acera. Cierro los ojos y espero. Será de un momento a otro… Transcurre un minuto, luego otro. No quiero abrir los ojos, así que espero. Otro minuto, y otro más. Por fin, abro los ojos. Estoy en la cama. En casa. No estoy desparramado sobre la acera. Celia está acostada junto a mí. Un ruido molesto y persistente atrae mi atención. Es el despertador, avisándome que son las 5:30. Hora de levantarme para ir a la oficina. ¿Qué acaba de ocurrir? ¿Lo habré soñado? No puede haber sido un sueño. Lo recuerdo todo con claridad meridiana. La notificación de la demanda de divorcio que me había entregado Celia, el whisky que había estado bebiendo, la caída. Apago el despertador. Si no fue un sueño, la única conclusión es que se me ha dado otra oportunidad. Parecía una película. Lo que sea que fuera, me alegro de que no fuera real. Desconecto el teléfono que está junto a la cama y apago el despertador. Celia no se lo podrá creer cuando vea que todavía estoy aquí más tarde cuando se levante. Hace tres años que no me tomo unas vacaciones. Mañana iremos a la playa y nos quedaremos una semana. Si a mi jefe no le gusta, que me despida. No me importa. Total, quizá renuncie de todos modos. Le diré que me he dado cuenta de que en la vida hay cosas que valen más que el dinero. |
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